La presente investigación busca conocer cuál ha sido la participación política de la mujer y como se ha ido vinculando en el escenario político del país De forma paralela en este estudio, se pretende reflexionar sobre el papel que deben asumir los programas de Administración de Empresas en la sensibilización de sus estudiantes hacia la participación política, adquiriendo una visión crítica de la realidad del país y reconociendo la importancia que asumen ellas en la participación política en las regiones de origen y como futuras líderes de las organizaciones en las que ejercerán su profesión. El planteamiento metodológico está marcado por una ruta documental descriptivo mediante el análisis de fuentes documentales. Esta investigación ha permitido visionar la necesidad de mayor implicación en la formación política y de sostenibilidad en el alumnado universitario, en particular rescatando el papel de la mujer en sus comunidades, regiones, como actores de cambio. Los resultados arrojaron que la mujer ha sido invisibilizada y por ser estereotipada como una persona frágil y dependiente sus posibilidades de participar en la vida política disminuye o solo no es considerada para este tipo de cargos, adicionalmente en el siglo pasado y el presente los OSD en su necesidad de igualdad y equidad le han dado herramientas para luchar por el reconocimiento de sus derechos. Siendo las escuelas de administración de las universidades un lugar donde pueden prepararse y adquirir habilidades que potencia su capacidad de lucha, responsabilidad y compromiso con la sociedad. En conclusión, la mujer en el trascurso de la historia ha podido demostrar con logros lo capaces que son participando en la vida política del país, la mujer se ha sabido empoderar, liderar, aportar ideas y tomar decisiones, lo que las ha llevado a visibilizarse cada vez más.
The present research seeks to know what has been the political participation of women and how it has been linked in the political scenario of the country In parallel in this study, it is intended to reflect on the role that Business Administration programs should assume in the sensitization of their students towards political participation, acquiring a critical view of the reality of the country and recognizing the importance that they assume in political participation in the regions of origin and as future leaders of the organizations in which they will exercise their profession. The methodological approach is marked by a descriptive documentary route through the analysis of documentary sources. This research has allowed us to see the need for greater involvement in the political and sustainability training of university students, in particular rescuing the role of women in their communities, regions, as actors of change. The results showed that women have been invisibilized and because they are stereotyped as fragile and dependent, their possibilities of participating in political life diminish or they are not considered for this type of positions, additionally in the last century and the present the OSD in their need for equality and equity have given them tools to fight for the recognition of their rights. Being the schools of administration of universities a place where they can prepare and acquire skills that enhance their ability to fight, responsibility and commitment to society. In conclusion, women in the course of history have been able to demonstrate with achievements how capable they are by participating in the political life of the country, women have been able to empower, lead, contribute ideas and make decisions, which has led them to become more and more visible.
No es un secreto que las mujeres han luchado en el trascurrir de los años para poder
obtener los derechos que le son propios, en todos los ámbitos de la vida, y el ejercicio del
poder político no es la excepción, la dominación del genero masculino a puesto muchas
trabas a la mujer a la hora de ejercer su participación política, siendo excluidas solo por
los estereotipos y arquetipos que en materia de genero se han establecido a través de
los siglos [1].pero no es un secreto la capacidad que la mujeres tienen para afrontar las
diferentes situaciones que se le presentan [2] lo que ha permitido buscar, en el transcurso
de la historia la igualdad, equidad, son y han sido constantes en los planteamientos de
los gobiernos mundiales, es por ello que las organizaciones femeninas buscan reclamar
sus derechos justificados por años de atraso y olvido, haciendo esfuerzos para que los
gobiernos reconozcan esas desigualdades de género, y así desarrollar políticas que
garanticen la participación de la mujer, para que sean escuchadas y la sociedad pueda
desarrollarse de una manera más equilibrada.
La lucha de la mujer por dejar de ser invisible ha pasado por convertirlas en transgresoras
del status quo de cada una de su época, resistiéndose a la impronta excluyente para
poder ingresar en el espacio público, es así que mujeres como Aspina de Mileto en el
siglo V fue reconocida por sus habilidades políticas, influyendo en lo que era la cultura
y política de Atenas, por su parte entre los siglos XV y XVI la reina de Castilla y León se
destacó por ejercer un reinado ejemplar. En la historia más reciente se tiene el caso de
Margaret Thatcher quien fuera elegida por tres periodos consecutivos como primera
Ministro del Reino Unido [1]. En el caso colombiano en el siglo XX y XXI resuena nombres
como María Eugenia Rojas quien fuera candidata presidencial en 1974 y alcanzara el
tercer lugar, Ingrid Betancourt exmiembro de la Cámara, exsenadora y excandidata
presidencial, entre muchos otros, esto solo son algunos ejemplos de las mujeres que
desarrollaron su liderazgo, empoderamiento y compromiso con la vida pública y el poder
político.
Estos planteamientos permiten justificar este trabajo, ya que es importante entender
cómo ha sido el papel de la mujer colombiana en la escena política, en particular
reflexionar el rol de las escuelas de Administración de Empresas en la formación de
nuevas generaciones de mujeres, con mayor liderazgo y participación en la toma de
decisiones políticas. Esta investigación busca conocer cuál ha sido la participación
política de la mujer y como se ha ido vinculando en el escenario político del país, se
justifica como una oportunidad para formar, capacitar a las alumnas en el valor que
tiene su implicación en causas sociales, políticas y ambientales. Como impacto se puede
prever una línea de estudio y de creación de espacios de formación, reflexión sobre las
dinámicas que vive cada región, entendiendo sus particularidades.
Esta investigación se orienta bajo las proposiciones de un tipo documental descriptivo [3] a través del análisis e interpretación de documentos escritos referentes a la temática,
lo que la suscribe dentro del enfoque cualitativo, porque se utilizaron conceptos que
aspiraron captar el significado de los acontecimientos y descripciones de los mismos
para aclarar facetas múltiples del fenómeno en estudio [4]. Por su parte, el diseño fue
de tipo no experimental, ya que no se hizo una intervención de las variables estudiadas,
solo se observo para llegar a una reflexión sobre el tema.
La información necesaria fue tomada de libros y artículos arbitrados provenientes de
bases de datos indexadas (Dialnet, Google académico, Scopus, Elsevier, entre otras) [5].
Se revisaron artículos e investigaciones de las ciencias sociales, en revistas cuyo eje es el
feminismo y la participación política, buscando que fueran de reflexión sobre el rol de la
mujer. Este análisis se realiza de manera estructurada, siguiendo los pasos de búsqueda
documental, análisis, diseño y valoración de los mismos para llegar a conclusiones.
Las investigaciones y autores consultados dan cuenta de los hallazgos que a continuación se presentan sobre la vinculación de la mujer con las acciones de participación política y su protagonismo social a partir de la inclusión y mayor formación educativa lo que evidencia un liderazgo femenino que cada vez es más visible.
La revisión documental realizada apunta a resaltar el compromiso e interés existente por
distintos colectivos hacia la participación política, buscando espacios de reconocimiento
e influencia en los cuales la mujer cada vez adquiere mayor liderazgo. Para entender el
papel de la mujer en la política, hay que considerar que la participación política ha sido
una lucha gestada desde años atrás por todas las sociedades, más allá del derecho al
voto, la participación política femenina se entiende desde las acciones o comportamientos
que ejercen algunos grupos o personas para incidir en las acciones del gobierno y en
las elecciones de representantes, siendo un tema de interés para la investigación social
[6], [7], en ese sentido, las acciones de las organizaciones no gubernamentales como
las Iglesias también pueden considerarse como acciones políticas. Cabe resaltar que
la democracia supone la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones, a
través de representantes políticos, por tanto, es fundamental fortalecer dicho sistema
promoviendo la activa incorporación de distintos colectivos sociales, en donde la mujer
tiene espacio [6].
Para esta reflexión se identifican las acciones más comunes dentro de la participación
política que pueden ser ejecutas tanto por los hombres como por las mujeres: leer sobre
política, hablar sobre política, convencer en la intención de voto, trabajar por problemas
de la comunidad, asistir a reuniones políticas, relacionarse con políticos, hacer campaña
por algún político, sin dejar de lado acciones como ser candidato, participar en
campañas electorales, ejercer cargos públicos, estas acciones se encuentran dentro las
denominadas convencionales, y las no convencionales son aquellas que pueden entrar dentro de la ilegalidad como las huelgas no autorizadas, los boicots, manifestaciones,
con mayor o menor violencia para generar un impacto más fuerte en la sociedad y lograr
ejercer presión al gobierno; si se mira cada una de estas acciones se pueden generar
procesos de identificación con alguna o identificar a alguien próximo que haya ejercido
alguna [7].
En este sentido, las democracias latinoamericanas deben respetar el protagonismo del
género femenino para su consolidación [8], ya que, las mujeres son la mitad de la población,
pero no han sido reconocidas como parte del desarrollo mundial, desconociendo sus
aportes y derechos fundamentales dentro del ámbito público y de la participación, así
como la vulneración a sus derechos humanos y la distancia de oportunidades frente al
sexo opuesto. Históricamente la cultura política, así como la historia se han sido escritas
y marcadas por una visión androcéntrica, en la que se hace evidente la exclusión e
invisibilidad del papel de la mujer en la participación política, en la vida pública, que
a pesar de los avances en este siglo XXI sigue predomina esa visión [9]. Ante estas
circunstancias, en las que la mujer se encuentra, es evidente que se anula su desarrollo,
sus aspiraciones, y de forma directa sus posibilidades de aportar a la sociedad otra visión
para el desarrollo de sus comunidades, se continua con la discriminación y el rechazo
para ser consideradas en las decisiones de los Estados, por el hecho de ser mujeres [10].
Para la ONU la ausencia de las mujeres en el campo político está marcada por las
barreras con las que las mismas leyes gubernamentales las limitan en sus territorios,
y aquellas propias de la falta de educación, de relaciones y recursos para ser líderes
[11]. No obstante, es de anotar el compromiso existente por parte de los Estados en
promover acciones que conduzcan al empoderamiento de las mujeres y la apertura
hacia la participación en el ejercicio del poder, promoviendo la igualdad como parte de
los Objetivos de Desarrollo del Mileno que indica la ONU [12].
No obstante, de esta realidad para la mujer que busca espacios de participación, se puede
observar que, a pesar de las circunstancias, las mujeres han adquirido reconocimiento
y se han visibilizado algunas de sus actuaciones de gran valía, adquiriendo trayectoria
para el ejercicio participativo, con experiencias en espacios comunitarios como son: las
asociaciones de vecinos, asociaciones de padres, congregaciones religiosas, comedores
comunitarios, colectividades ambientales, entre otras.
El siglo XX, se convirtió en un siglo propulsor donde la mujer adquiriere una mayor
participación en la sociedad y en la esfera pública producto de su incorporación al
mercado laboral, y de forma simultánea a la participación comunitaria, estas acciones
dieron paso a despertar el interés por acceder al espacio político. No obstante, estos
avances no cambiaron la percepción predominante hacia la mujer, la innegable
discriminación y obligada subordinación hacia el mundo que le pertenece al hombre. Sin
embargo, esta participación otorgo a la mujer destrezas y capacidades para comunicar,
reclamar y negociar con las autoridades de sus municipios [6], y son el camino para
reconocer el papel de ciudadana de la mujer.
Autores resalta que este paso que da la mujer, para acceder a los espacios comunitarios y sociales con su activa participación, también les permite la cercanía con lo político,
con la capacidad convocar, reunir personas, exponer necesidades comunes, habilidades
necesarias para la participación política, que las llevará a ser más visibles dentro de la
vida política de sus comunidades y acciones que entran dentro del campo político con el
evidente acercamiento a electores (sus propios vecinos) y un camino hacia la partición
política para ser futuras candidatas de elección popular.[10].
Los datos tomados de la Registraduría Nacional del Estado Civil de Colombia muestran
cómo la representación de mujeres en el congreso en el año 2018 es del 19,7%, cifra
alejada de la región de las Américas (29,7%) y del 24% que es el promedio mundial;
estos datos validan la distancia existente para alcanzar la igualdad en la representación
femenina [13]. Lo anteriormente planteado evidencian lo que sostienen los autores
cuando manifiestan que a pesar de los derechos que la mujer ha ganado por medio de
vías legales, hay mucho trabajo que hacer para sensibilizar y visibilizar la necesidad de
que las mujeres ejerzan el ejercicio de la ciudadanía a pleno derecho en la comunidad
política del país.[14]
Este salto a la vida pública ha sido fundamental para avanzar en la garantía de la
igualdad, la participación en la toma de decisión, el acceso al poder, que en el caso de
la mujer colombiana ayudan a lograr desarrollo y paz en las regiones, la mujer se siente
empoderada de ella misma, lucha contra la discriminación, para llegar a ejercer más
liderazgo en contextos que habían sido exclusivos para los hombres [15]. Cumpliéndose
una de las principales demandas del movimiento de mujeres, que no es más que un
ejercicio de una ciudadanía plena y activa, así como una la participación política para
impactar a la sociedad.[16].
Es innegable la condición femenina para entender el mundo desde otra perspectiva,
buscando soluciones a los problemas sociales bajo una mirada de sensibilidad, de
equidad, más allá de la tradicional visión masculina, logrando así nuevas dinámicas,
nuevos movimientos sociales, mayor participación y la construcción de redes de apoyo,
lo femenino traspasa lo masculino.
El cuidado del medio ambiente y su gente ha sido una preocupación latente a lo largo de los años, han surgido diferentes iniciativas que guían a los países para mitigar y preservar el planeta para toda la humanidad, además del desarrollo sostenible, es decir la manera de enfrentar los requerimientos actuales pero cuidando de comprometer los recursos de las generaciones futuras [17], es por ello que en el año 2015, se diseña una nueva ruta mediante la definición de 17 objetivos y 169 metas que la Organización de Naciones Unidas (ONU) denomina Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), estos objetivos surgen de la participación y compromiso de los países miembros, para moderar las brechas sociales, económicas, y cuidar el medioambiente. No menos importante y en línea de búsqueda de la igualdad, la ONU también ha promovido la igualdad de género, el reconocimiento de la mujer en el mundo como parte fundamental de las soluciones que se viven.
De esta visión de la ONU se puede establecer un vínculo directo entre la mujer y su
relacionamiento con los ODS, del compromiso que han adquirido los distintos países
a cerrar brechas de género y que la mujer sea parte activa en el logro de los objetivos,
se valora la capacidad de la mujer como motor que dinamice e impulse los ODS en las
regiones para un desarrollo humano sostenible. La agenda 2030 enfatiza en que se debe
favorecer por igual a mujeres y hombres, por tanto, la mujer debe participar de forma
activa.
Desde la CEPAL, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, este organismo
también articula su gestión en esta vía, para lo cual se han conformado equipos de trabajo
para su estudio y búsqueda de soluciones, cada gobierno asume sus compromisos con
los derechos, la igualdad de género y la autonomía de las mujeres, que ya en el año 1977
fueron objeto de análisis y debate [18] y en las distintas cumbres internacionales el tema
ha sido objeto de debate y las conclusiones siguen apuntando a que las desigualdades
persisten.
En este punto se orienta la visión del impacto de los ODS 5 y 11, que se enfocan en la
igualdad de género y la reducción de la desigualdad, el logro de estos objetivos requiere
responsabilidad de los gobiernos y sus entidades, y del sector público en sus empresas,
las empresas pueden integrar políticas de equidad e igualdad de forma más resolutiva y
permitir la vinculación de diferentes colectivos a sus equipos de trabajo, así aportar a las
metas, pues se requiere de un mayor impulso y compromiso por todos.
El estudio de Scholtus y Domato [19] plantea entender la importancia que tiene la mujer
en el desarrollo sostenible de las comunidades rurales y no rurales, dejando evidente
la necesidad de una mayor formación y entrenamiento en liderazgo. Es fundamental
un compromiso político para destinar recursos a las comunidades y alcanzar un
desarrollo con calidad de vida y equidad de género en las distintas zonas en la que la
mujer impulse proyectos que beneficien a sus regiones, superando así los obstáculos
que históricamente se han evidenciado, el ver a la mujer como cuidadora y madre sin
posibilidad de desarrollar una identidad propia, que reconozca los derechos de las
mujeres y niñas en todo el mundo [20].
La participación social y política de las mujeres puede ser entendida como una vía para la
construcción de la equidad de género y en la profundización de la democracia, también
está orientada hacia la búsqueda de un desarrollo humano sostenible, ayudando a
fortalecer la democracia [10],
[12]. La revisión documental deja ver que la mujer ha sido participe en política en diferentes
etapas de la historia de Colombia, como en la colonia, aunque poco se ha escrito siempre
ha estado presente, manifestando su interés por ser escuchada y tenida en cuenta como
parte activa de la sociedad, nuevos escritos dejan evidente esta participación[21]; [22], la
realidad de Colombia ha sido la de un país que ha enfrentado distintos conflictos internos, violencia, corrupción, problemas de gran peso que han afectado a toda la población y
en particular a la mujer, limitando sus oportunidades y llevando a posponer o dejar de
lado las necesidades sociales y educativas de las mujeres que conlleva a una baja o nula
participación de ellas en la política y democracia.
No obstante, y con estos antecedentes, la realidad es que las mujeres no son reconocidas
como ciudadanas con derechos y deberes equiparadas a los hombres [21] esto las lleva a
un segundo plano dentro de la sociedad, derivado de la falta de educación, que conduce a
una visión oculta y actitud pasiva dentro de la sociedad; esta falta de educación marginó
a la mujer dentro de la participación política. Este contexto hace necesaria la búsqueda
de nuevos espacios de participación ciudadana en la que la mujer logre reivindicar sus
necesidades.
En el año 1991 en Colombia se logra una nueva Constitución, que gira sobre los
derechos fundamentales para todos los ciudadanos y en particular otorga igualdad de
derechos y deberes a las mujeres y a los hombres, es decir resalta la ciudadanía de la
mujer colombiana. La Constitución política de Colombia de 1991 además de reconocer
la igualdad entre los hombres y las mujeres, fue fundamental para abrir espacios de
participación femenina dentro de la administración pública, dando un golpe de efecto a
la equidad de género dentro de los partidos políticos. Es así que la Constitución Políticay para ese fin (equidad e igualdad de géneros), establece la “Ley de cuotas”, en la que
se expone que el 30% de los cargos de máximo nivel de decisión y en la estructura de
toma de decisiones en la administración pública deben ser ocupados por las mujeres, un
mecanismo que en su aplicación garantiza esa participación demandada por ellas para
ingresar a las diferentes ramas y órganos del poder. Además, con la Ley estatutaria 1475
del 2011 [23] se da sentencia al principio de igualdad de género que reconoce que el 30%
de la participación femenina en los partidos políticos deben ser destinados para cargos
de elección popular, otra ley, la 1434 del año 2011 conduce a la creación de la comisión
legal para la equidad de la mujer en el congreso, que traza su ruta hacia el fomento de la
participación de las mujeres en la rama legislativa del poder del Estado y ejercer dentro
del control político. [16].
En este sentido, las “cuotas” o “cupos” de participación para las mujeres se ven como
una acción admitida en diferentes países del mundo, un mecanismo ágil para hacer
frente a los obstáculos que surgen e impiden que las mujeres logren ingresar en el
ámbito político al mismo ritmo que los hombres. Se afirma que esta ley de cuotas se
reconoce como una medida que ayuda a compensar y revertir la desigualdad por género,
abriendo oportunidades para su incorporación en instituciones públicas y privadas para
la participación en toma de decisiones. [24]
Para conectar este apartado con la reflexión sobre la participación política de las mujeres, es imprescindible destacar el valor de la educación como vía de desarrollo de individuos que transforman la sociedad con sus conocimientos y el trabajo. No en vano desde el
siglo XIX se han abordado estudios de género que pocos avances han dado para mejorar
las condiciones de vida de las mujeres, de ahí la importancia de no dejar de impulsar y
promover la perspectiva de género en la política, la cultura, la educación, con un objetivo
claro; disminuir las desigualdades.
Desde la educación se promueve la formación de individuos activos, capaces de participar
en la construcción de su comunidad, es así como la “educación política” adquiere
sentido en la formación de ese ciudadano con compromiso, principios éticos, sociales e
igualitarios [22].pero tambien se reconoce que las mujeres con educación son quienes
actúan como agentes de cambio al expresar públicamente sus necesidades e ideas, con
argumentos y conocimiento de la realidad nacional, para sumir roles de participación
política y democrática. [21]
La constitución política de 1991 fue el punto de inflexión para el surgimiento de leyes que
garantizarán la equidad y la participación de la mujer en la libertad política y la expresión
ciudadana, y para la creación de espacios para grupos autónomos, organizaciones no
gubernamentales, organizaciones cívico-políticas, que trajeron nuevos entornos para
replantear la incursión de la mujer en los movimientos sociales, el ver con otra perspectiva
los conceptos de autonomía, igualdad y equidad, inspirados fundamentalmente en las
reformas constitucionales de 1991. [21];[9].
Estas transformaciones políticas han dado paso a nuevos escenarios de participación de
la mujer, siendo más incluyente y reconocido, y con las necesarias reformas legales para
garantizar dicha participación en el ámbito nacional e internacional, así como la apertura
de espacios de representación en las líneas de poder del Estado, cambios que se han
dado de forma gradual y sostenida, pero a pesar de estos logros siguen existiendo en la
sociedad colombiana las diferencias de género, los estereotipos que sociológicamente
se arraigaron para validar la exclusión de la mujer en el espacio público, es decir, no todo
ha cambiado.
Encontrar información concluyente de cuáles son las acciones de participación política
de la mujer en Colombia resulta complejo, dado que estas acciones no son ampliamente
difundidas y contrastadas. La indagación reciente indica que en Colombia el 51,2% de
la población es femenina, pero sigue arrastrando las desigualdades dadas por el género
concretamente en precariedad laboral, informalidad, brecha salarial, pero este contexto
real, no deja de ser llamativo frente a tendencias de participación de la mujer en cargos
directivos, un 30% de estos cargos los ocupan ellas, en el Congreso de la República son
cada vez más visibles con un aumento del 9,5% de participación en el último periodo de
elección [24].
Para el caso del acceso a la educación superior, las mujeres son quienes ingresan cada
vez más a la universidad y un 54,4% logra culminar sus estudios, sin duda la educación
ha marcado el camino para que cada vez sean más visibles y logren romper barreras en el
mundo que había sido diseñado para hombres. El caso de Colombia no es la excepción,
a nivel global las mujeres buscan nuevos espacios de liderazgo, independiente de este escenario optimista, la exclusión, la desigualdad, la violencia contra la mujer sigue
presente en la sociedad. [25].
En datos del Ministerio de Educación Nacional de Colombia del año 2021, 2.448.221
son el número de personas matriculadas en educación superior, de esas el 53,4% son
mujeres, y un 34,2% de los matriculados se encuentran en programas de Administración
de Empresas y Derecho, lo cual ratifica la atracción que aún existe en los jóvenes por
ingresar a las escuelas de administración de Empresas, corrobora el interés que sigue
despertando el estudio de Administración de Empresas para la juventud colombiana.
[25]
Para analizar la evolución del ingreso femenino a las escuelas de Administración de
Empresas, en la siguiente tabla se puede observar cómo ellas superan el 50% de la
matricula (Tabla I).
Reforzando la importancia de la educación es durante su estancia en los centros
educativos el lugar donde se puede alcanzar madurez política, razonar sobre la vida,
la sociedad y el papel que ellas y ellos juegan dentro de la misma, derivando en una
participación política en la democracia [21]; de esta premisa nace el interés por indagar si
las escuelas de administración se involucran en esta formación política de sus estudiantes
y en especial de las mujeres. Los programas de administración de empresas en Colombia
han experimentado una gran demanda y aumento de la matricula desde el año 1980,
con la consecuente apertura de seccionales en el territorio nacional y hoy con nuevas
modalidades de estudio. Este crecimiento se asocia a una idea de que ser administrador
de empresas forma al individuo en capacidades de emprendimiento empresarial, razón
que justifica la entrada en las regiones como una vía de desarrollo económico [26].
El ingreso de la mujer a la educación superior ha ido en aumento, lo que supone una
mayor y mejor preparación de ellas para enfrentar sus vidas, nuevos retos, ayudar a
sus familias, sus entornos y a la sociedad a la que se pertenece. Con educación la
mujer ingresó a un mercado laboral mejor remunerado, ser reconocidas en sus núcleos
familiares como proveedoras del hogar y evidenciar la necesidad del país por generar
más oportunidades de educación para ellas [21]. Es por ello que, la mujer debe estar
educada, formada, con capacidad de autonomía y toma de decisiones, capaz de gestionar
los recursos económicos de su núcleo familiar y los propios, con formación participativa
para la construcción de una sociedad justa, equitativa y solidaria fundamental para un
desarrollo humano sostenible [20].
Es importante señalar que las escuelas de administración han dedicado estudios para
medir la eficacia de sus programas, centrados en los criterios de calidad, se sigue
midiendo a los programas bajo el esquema del contexto de las ciencias administrativas,
con objetivos orientados a profundizar en estudios de competitividad empresarial, y el
aumento del desempeño académico de los alumnos [27], no se observa un análisis crítico
de la pertinencia de la incorporación en los planes de estudios asignaturas sociales y
políticas que estén en sintonía con las demandas de este siglo XXI, que busca relaciones
sostenibles de la empresa, el entorno, la sociedad, el gobierno y la política.
Es de destacar que, este siglo ha cambiado la visión de empresa, de relaciones, lo que
hace imperante actualizar el nuevo perfil del administrador de empresas del siglo XXI,
considerando los cambios tecnológicos, las necesidades de la juventud, sus formas
de relacionarse, y no menos importante sus exigencias a los Estados y a la sociedad.
Si se considera lo expuesto sobre la visión de género de los ODS, las facultades de
administración deben entender estos cambios y ajustar sus mallas curriculares a las
nuevas exigencias, ambientales, sociales, políticas, globales, tecnológicas, tener una
mirada más allá de las rigideces que marcan los modelos de acreditación locales e
internacionales y buscar un compromiso nacional y regional de sostenibilidad.
Investigadores observan el papel de las escuelas de administración en la Unión Europea
y como han ido asumiendo un compromiso social, en particular a las necesidades de este nuevo siglo con un enfoque más social y ético, buscando reparar el enfoque
neoliberal tradicional fuerte dirigido al incremento de capital y patrimonio en la empresa.
Las nuevas tendencias administrativas, ponen su foco en nuevos gerentes con un
compromiso social. [28]. Estos avances deben ser tambien aplicados en Colombia
para poder desarrollar empresas saludables y responsables, y es aquí donde la mujer
puede jugar un rol preponderante al formarse o ser formada de manera eficiente, ya que
su característica principal suele ser ese sentido de entrega y protección que tanto se
necesita la sociedad.
Una de las conclusiones a las que se llegó tiene que ver con el hecho de que la mujer
poco a poco con esfuerzo, constancia y compromiso ha ido superando los estereotipos
con las que la historia las marcó y definió, ya no son débiles, dependientes, entre otros,
hoy en día son mujeres formadas, empoderadas y con visión de país, preparadas para
asumir un liderazgo, aportar ideas y tomar decisiones para la transformación del país,
haciéndose visibles por sus logros.
Se han destacado en los movimientos comunitarios, regionales los cuales siguen siendo
espacios de primer acceso para la mujer cuando busca levantar su voz, para reivindicar
los problemas de su comunidad, y suelen ser el camino a la participación política. Esto
la ha llevado a ser reconocida como ciudadana con derechos y que se le debe garantizar
el espacio de diálogo y la participación más allá de las llamadas cuotas de participación.
En este sentido, no se puede dejar de lado la estrecha relación que existe con el
fortalecimiento de los ODS desde la visión y participación de la mujer en la agenda
2030, su activismo, su experiencia, su compromiso han sido destacados como eje
central para liderar cada uno de los objetivos en especial aquellos que conducen a la
igualdad y a un desarrollo sostenible, equitativo y justo. Profundizar en el conocimiento
de los ODS lleva a identificar que la igualdad es un objetivo transversal en toda la agenda
2030, la verdadera equidad, y reconocimiento de los derechos de la mujer en este siglo,
garantizan la sostenibilidad del planeta la justicia social, que debe ir de la mano de un
efectivo empoderamiento de la mujer en su comunidad.
Es así como, para las escuelas de administración es imperante asumir un papel de
formador de hombres y mujeres socialmente responsables y comprometidos con su
país, de manera que la formación política se convierta en una vía para el desarrollo y
crecimiento del país, aportando de esta manera elementos que hagan que el país sea más
incluyente e igualitario. Las escuelas de Administración de Empresas, por su liderazgo
y posicionamiento pueden desempeñar un papel muy importante en el fomento de la
participación política de sus estudiantes y egresadas con acciones vinculadas dentro
de sus programas educativos, fomentando el liderazgo, el cooperativismo, la apertura
a eventos de discusión de problemas locales y regionales, educación e investigación,
en últimas ejercer una presencia institucional que apoye y promueva la visibilidad de la mujer, logrando la ruptura de estereotipos arcaicos dados al género femenino, en últimas
todo debe conducir a proporcionar conocimientos, habilidades y recursos necesarios
para involucrarse activamente en el ámbito político . En la misma línea y sin ser menos
importante formarlas en emprendimiento, con fuentes de financiación que les permita
constituirse como mujeres empresarias, autónomas, lideres y con ideas propias.
Los gobiernos, deben estar a la altura de las necesidades y del tiempo, impulsando leyes o mecanismos que garanticen la inclusión efectiva de la mujer en los órganos de gobierno, más allá de las cuotas de género, establecer alianzas de formación con centros educativos, universidades, para la educación y capacitación en liderazgo y participación política, garantizando la presencia de las mujeres en los espacios de toma de decisiones. En definitiva, la participación política de las mujeres es decisiva para una representación equitativa y una toma de decisiones inclusiva a la vista de toda la sociedad, si bien son pocas las mujeres que logran incursionar en el parlamento colombiano existen la preocupación de ser más y con más formación política, dando paso a discusiones de género, e igualdad.
Este artículo es parte de los productos de la ejecución del proyecto de investigación “Las acciones de participación política de las estudiantes del programa de administración de empresas modalidad virtual frente a los ODS”, financiado por la Corporación Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO. que busca identificar las formas de participación política de las estudiantes del programa, su grado de conocimiento de las vías de acceso a esa participación y el impulso que se debe dar a los ODS en esa actuación, considerando la capacidad que tiene la institución de llegar a las regiones de Colombia a través de esta modalidad de enseñanza. Los resultados conseguidos darán paso a diseñar acciones de apropiación social en las regiones, formando a las mujeres en su ejercicio participativo y de empoderamiento político para su fortalecimiento y ayuda desde lo político en sus regiones.
[1] L. Cantillo, “Mujer y participación política en Colombia”, En Liderazgo y participación
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[3] R. Hernández y C. Mendoza, Metodología de la investigación: Las rutas cuantitativa,
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[4] L. Uzcátegui, “Transformación en las potencialidades investigativas para estudiantes del Centro Local Trujillo de la Universidad Nacional Abierta”, Revista Temario
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